La época colonial en el Perú fue, sin duda alguna, un momento de hechos históricos que diseñaron el nuevo modelo no solo de gobierno, lingüístico, cultural o religioso en el país, sino que también forjaron las bases de la economía actual.
Según el segundo volumen del libro La Economía Colonial Temprano, los españoles introdujeron a nuestra cultura la moneda, los trabajos asalariados, las ciudades y la hacienda o latifundio agropecuario. Además, desarrollaron el sector minero que nos colocó en el mercado internacional, y que hasta el día de hoy es uno de los pilares de la economía peruana.
Desde el descubrimiento, accidental, de la primera mina en el Perú, las exportaciones de plata y otros minerales significaron un fuerte ingreso monetario a la corona española por lo que se comenzó a explotar la mano de obra que ofrecían los indios a un costo muy barato, también llamado la mita minera, que perduró hasta dos siglos más, sin embargo, ahora los derechos laborales han cambiado y la minería formal ha tenido días buenos y días malos, en especial con la llegada de la pandemia y la cuarentena obligatoria que impuso el gobierno como medida sanitaria para evitar el contagio del covid 19, la reactivación económica que llegó después a pasos cortos y con algunos retrocesos, la minería formal, según el boletín estadístico del Ministerio de Energía y Minas (Minem), generó 171 mil empleos directos en el primer año de pandemia, cifra que creció hasta febrero de este año con 211 851 puestos de trabajo directo.
Además, el sector minero es una de nuestras fuentes de dinero más activas, representando el 61% del comercio exterior peruano hasta julio de 2020.
Entonces, si la minería produce tanto dinero ¿por qué hay un rechazo constante a este sector?
IMPACTO AMBIENTAL
Todas las empresas involucradas en la explotación minera tienen el deber de asumir los costos de los posibles daños ambientales que podrían surgir, pero por una mala fiscalización las empresas privadas no invierten en la descontaminación de los residuos, es decir, se benefician de la actividad minera, pero no asumen los daños que ocasionan y al final el proceso de descontaminación se subsidia con los impuestos de todos los peruanos.
Uno de los casos que más indignación ganó por parte de la sociedad peruana hasta la fecha es el de los niños de Cerro de Pasco, capital minera de Perú, que fueron contaminados con plomo y otros metales tóxicos. Sólo hasta el 2018 se reportaron más de 3 mil casos de niños de los andes con la sangre contaminada que aún esperan por justicia.
Las familias que en su desesperación se trasladaron hasta Lima, poco antes de que se declarara el estado de emergencia por el virus chino, responsabilizan a la empresa minera Volcan, que pertenece al conglomerado suizo de materias primas Glencore. Hasta la fecha no se han hecho cargo y las familias tuvieron que acampar un mes entero frente al Ministerio de Salud para pedir que el gobierno financie los tratamientos de los niños en el extranjero.
MINERÍA ILEGAL
Otra fuerte razón se debe a la minería ilegal que ha dejado graves problemas de deforestación, a pesar de que la minería ilegal ha retrocedido 78% en la Amazonía del Sur del Perú a inicios del año gracias al Proyecto Mercurio que el gobierno puso en marcha desde el 2019.
Por otro lado, la minería ilegal no sólo ha dejado pérdidas ambientales, sino también ha significado, para muchas familias, la pérdida de vidas de activistas ambientales o líderes de comunidades indígenas que luchan contra este problema.
IMPUNIDAD
Aunque la minería ilegal significa jugar sucio a la hora de la extracción de minerales sin control o regulación por parte del gobierno, no son los únicos jugadores en este tablero de dos. Muchas veces las empresas mineras que llegan al Perú hacen contratos con empresas tercerizadoras que se encargan de proveer personal. Según el portal Convoca, en los últimos 15 años más del 60%de trabajadores mineros fallecieron por accidentes laborales. Así mismo, entre la lista de empresas que no cumplen con todos los protocolos de seguridad y tienen un alto índice de muertes de sus trabajadores están la compañía Buenaventura y Volcan. La mayoría de los casos que son denunciados por las familias son archivados.
CAMBIO
Sin embargo, la minería no es mala si la empresa privada y el gobierno saben llegar a un punto medio y el gobierno cumple de forma más estricta su papel de fiscalizador como en otros países de primer mundo donde la minería es su fuente de ingresos igual que acá, pero cuidan y respetan el medioambiente como es el caso de Noruega.
En este país europeo usan y reemplazan o cuidan la preservación de las energías renovables, como los bosques que proveen madera, es decir, supongamos que un pequeño grupo de amigos comienzan una pequeña empresa de mueblería. Al inicio comienzan a producir y vender muebles por montón sin preocuparse por reemplazar la madera que utiliza, esto con el tiempo va a perjudicar al pequeño emprendimiento, pero si los amigos hubieran decidido plantar un árbol o más por cada árbol talado, el negocio hubiera sido sustentable. Algo muy similar pasa con los recursos no renovables de la minería y el estado Noruego; al no poder reemplazarse el petróleo que extraen, compran acciones de empresas consolidadas y de probada reputación internacional.
Por otro lado, en el aspecto legal, los líderes indígenas que luchan contra el narcotráfico, la tala ilegal y el olvido buscan más presencia del gobierno en la selva peruana y así garantizar su seguridad. La solución para revertir la mala fama de la minería en el Perú no está en la publicidad, ni en las ganancias compartidas o el renombre de la empresa minera; las personas quieren una inversión privada de calidad, un gobierno presente que cumpla con su papel de fiscalizador que haga cumplir a la empresa minera los costos de descontaminación y que brinde la protección necesaria para las personas que sólo quieren vivir en paz, además, la preservación del medio ambiente es igual de necesaria que vivir sin temor a morir por defender el lugar en el que se nace. El Perú necesita soluciones reales, que de trágicos finales ya sabemos mucho.
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